Se usa para vacilar a alguien que ya pasó los treinta y se comporta como viejito lleno de mañas. Se queja de la espalda, se duerme temprano, reniega del ruido y ya no aguanta las juergas como antes. Es como decirle que está viejo de espíritu aunque todavía no le toque, y la verdad es que da un poco de risa.
"Ay, ese Juan ya está en sus treintaitantos, se queda dormido viendo la novela, lleva su pastillero a todos lados y al día siguiente de una chelita ya anda quejándose de la cintura."