Expresión muy usada cuando alguien, en vez de calmar un problema, lo hace peor y todo se pone más incómodo todavía. Es como agarrar un peo que ya huele mal y encima meterle leña para que explote más. Se dice cuando una persona mete la pata opinando, chismeando o tomando decisiones que complican todo. Y hay que admitir que la imagen es gloriosa.
"La vaina estaba tranquila, pero llegó el José a echarle leña al peo con sus chismes y ahora todo el mundo anda arrecho y con cara de pocos amigos en la reunión."