Apodo para esa gente que se pasa tres pueblos con el romanticismo, como si viviera en una teleserie eterna llena de corazones y peluches. Es el típico que arma shows románticos exagerados y empalagosos. A veces da ternura, pero igual provoca un poco de diabetes emocional y ganas de decirle que baje dos cambios.
"El Pedro anda más cursilón que nunca, llegó con serenata en bote por el lago, globos, peluche gigante y hasta cartel luminoso para pedirle pololeo a la Juana en plena costanera."