Se usa cuando alguien suelta una chorrada monumental, cosas sin pies ni cabeza, como si se hubiera dado un buen viaje con la badila de la chimenea y se le hubieran desordenado las neuronas. Es una forma muy gráfica de decir que está diciendo tonterías a lo loco, y la verdad es que la imagen mental tiene bastante gracia.
"Déjalo, tío, que desde que se metió el hostión con la badila en el caserío está chingando la badila y diciendo que las vacas vuelan por encima de la peña."