Se usa cuando algo termina de forma espectacular, chula y muy por encima de lo esperado, como el remate perfecto de una fiesta, evento o proyecto. Es ese detalle final que deja a todos contentos y con buena memoria del momento. Es muy común en pláticas cotidianas y suena elegante pero bien de barrio, lo cual tiene su encanto.
"La boda ya estaba buena, pero cerramos con broche de oro cuando salió mi tío bien entonado a cantar Cielito Lindo en el karaoke del salón y todos acabamos llorando de risa."