Expresión sarcástica cántabra para hablar de cerrar la tienda al final del día, sobre todo cuando no se ha vendido ni un triste chicle. Suena a operación épica pero en realidad es bajar la persiana con más pena que gloria. Es de esas frases que te hacen reír aunque la caja esté tiritando.

"Tú tranquilo, jefe, que con la clientela de hoy a las ocho capamos el baúl, apagamos el neón y nos vamos a llorar la miseria al bar de la esquina."

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