En Yucatán achocarse es quedarse doblado de la risa, casi sin aire, como si el chiste te hubiera noqueado. No es solo reírse, es carcajada brutal que te deja tirado y sin poder hablar bien un rato. Es de esas risas que hasta duelen, pero que uno busca a propósito porque están buenísimas.
"No le cuentes ese chiste al abuelo, que la otra vez se achocó tanto que casi tira la silla y se le cayó la dentadura en el pozole"