En Mérida se usa para decir que alguien hizo una jugada tan perfecta que parece de película, como si se hubiera resbalado en aceite pero hubiera caído de pie y con estilo. Es una acción brillante, inesperada y muy efectiva, que deja a todo el mundo loco pensando cómo demonios le salió tan bien. Y la verdad, da gustico verlo.
"Marico, el profe iba a pillar la chuleta y justo sonó el timbre, nos paramos y se la guardé en el bolsillo sin que viera nada, todo el salón pegó el grito: ¡Aceitazo, chamo!"