En Lara se dice volver trancao cuando llegas a la casa con un hambre animal, de esas que te tiemblan las piernas y ves la nevera como si fuera un altar sagrado. Es ese momento en que no preguntas qué hay, sino cuánto hay. Y sí, suele acabar en atraco brutal a la cocina.
"Chamo, salí del trabajo, agarré dos buses, llegué a la casa y volví trancao, abrí la nevera y le di tan duro que hasta el queso rallado terminó en arepa improvisada a las once de la noche"