Se dice cuando alguien esquiva la siesta con una habilidad casi artística, como si se creyera torero del sueño. En vez de tirarse un rato a la cama, se queda boludeando con el mate, la guitarreada o cualquier plan que pinte. Es como desafiar al cansancio a duelo, aunque después ande hecho un zombie, pero con onda.
"Che culiau, dejá de torear la siesta, que después a la tarde estás hecho bolsa y ni para tocar la viola servís."