En Quindío se usa de forma tierna y un poco jocosa para hablar de esos abuelos que madrugan a la plaza, se sientan con su tinto con aguapanela y se ponen a conversar de todo. Son los reyes del chisme suave, la memoria del pueblo y los que siempre tienen un consejo listo, aunque nadie se lo haya pedido.
"Ese tinto con aguapanela de mi abuelo ya estaba en la plaza a las cinco, sabía quién se casó, quién se dejó y hasta qué gallina del vecino se voló anoche."