Se usa cuando alguien siente respeto mezclado con miedo hacia una persona, lugar o situación que parece peligrosa, tramposa o con mala fama. Es como decir que no te fías ni un pelo, pero igual lo respetas porque sabes que puede hacer daño. Viene de la idea del zorro andino, astuto y medio brujito, al que más vale no provocarlo.

"Yo no me meto a la casa vieja del cerro ni loco, hermano, a ese sitio le tengo ley al zorro, dicen que se escuchan pasos, cadenas y hasta el silbido del viento hablando solo."

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