Se usa cuando alguien siente un frío bravo, de esos que calan hasta los huesos, y además una soledad medio triste, como estar botado en medio del páramo boyacense sin alma alrededor. Es esa mezcla de helada, silencio y desamparo que uno conoce bien si ha madrugado en Boyacá. Y sí, tiene su toque dramático pero sabroso.

"Llegué a la casa y nadie había dejado comida, hacía un frío tenaz y ni el wifi servía, me sentía en el páramo total, tiritando y hablando solo como bobo."

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