En La Guaira, recaerse no va de enfermar otra vez, sino de caer en la tentación con la comida después de jurar que estabas a dieta. Es ese momento en que ves una empanada, un pastelito o unos tequeños y dices bueno, por hoy no cuenta. Y hay que admitir que la palabra describe perfecto esa traición sabrosa.
"Chama, yo salí del gimnasio jurando que no iba a comer más harina y terminé recayéndome con tres pastelitos y una malta bien fría en la esquina del puerto."