Se usa para decir que algo está tan cabrón que te deja sin palabras, como si de plano se te cortara el hipo del susto o de lo bueno que estuvo. Puede ser para algo chingón, como una carne asada brutal, o para algo bien gacho. Es de esas frases que pintan perfecto el dramatismo norteño.
"No, compadre, la cuenta del antro sí que me quitó el hipo, casi vendo la troca ahí mismo pa' poder pagar"