Se usa cuando te quedas pegado a una situación o a una persona de forma incómoda, como chicle en la suela del zapato. Puede ser porque ofreciste ayuda de más, porque te metiste donde no debías o porque ya no sabes cómo zafarte sin quedar mal. Y sí, suele dar bastante coraje.

"Le dije a la jefa que si necesitaba algo me avisara y ahora quedé como el chicle, ya me trae de chofer, de mensajero y hasta cuidando al perro del novio."

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