Se usa cuando alguien termina tan cansado que parece tostado por el sol y sin una gota de energía. Es ese agotamiento extremo después de bancarse calor, trabajo duro y cero sombra. Muy típico del habla catamarqueña, donde el sol pega fuerte y uno queda chamicado de cuerpo y alma, aunque a veces tenga su gracia contarlo después.
"Hermano, subí el cerro al mediodía, bajé con dos bidones de agua y ahora estoy tan chamicado que si me siento en la silla me duermo antes de probar las empanadas de la tía."