Se usa cuando alguien suelta un comentario tan directo, sarcástico o malicioso que deja a todo el mundo frío, como si hubiera tirado una puñalada verbal. Es ese chisme o pulla que entra suave pero duele un montón. Muy costeño el asunto, y hay que admitir que cuando el vainazo es bueno, uno se ríe aunque le duela.
"Cuando Juan le dijo a Pedro que con ese corte de cabello por fin parece tener cuello, todo el combo quedó en silencio y solo se escuchó a la vecina gritar desde la puerta del patio: ¡Qué vainazo!"