Se usa en Cundinamarca y en general en Colombia para reaccionar a algo que impacta fuerte, ya sea una cosa muy dura, muy complicada o muy impresionante. Puede ser para algo bueno o para una situación bien jodida. Es como soltar un grito de sorpresa con sabor bien colombiano, y la verdad es que suena sabroso.
"Parce, cuando me dijeron que el arriendo subió un millón, yo quedé tieso y solo solté: ¡Qué vaina tan verraca, ahora sí me tocó vender hasta la bici!"