Se usa cuando alguien se emperra en sacar un caballito con la bici o la moto y no para hasta que le sale, aunque se pegue mil sustos. Es insistir a lo bruto, con tozudez y algo de inconsciencia, hasta clavar la maniobra. Y oye, cuando por fin sale, la sensación es gloria pura sobre dos ruedas.

"El Chato se pasó horas porfiando un caballito en la pista del barrio, se raspó medio codo, casi se come un mototaxi, pero al final le salió y todos en la esquina empezamos a gritar como locos"

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