Se usa cuando alguien se deja llevar por las ideas locas, sueña despierto y se inventa historias o planes que a veces son imposibles, pero muy divertidos. Es como abrirle la jaula al cerebro para que salga a pasear sin reglas. Y la verdad, cuando uno pone a volar la imaginación, la vida se pone menos aburrida.
"Parce, ayer me puse a volar la imaginación y terminé planeando un viaje en burro volador desde Medellín hasta la Luna con parada en Cartagena para comer arepa de huevo"