En Iquitos decir que alguien está pintado es llamarlo creído, sobrado, que se siente la última Coca-Cola heladita del Amazonas. Camina como si todo el barrio le aplaudiera y se creyera el orgullo máximo de la ciudad. No siempre es insulto grave, pero sí un jalón de orejas con bastante sorna y sabor selvático.
"Mira a la Yessenia, viene toda pintada con sus lentes oscuros y ni saluda, parece que flotara en el boulevard como si fuera dueña de todo Iquitos."