Forma medio cariñosa y medio burlona de llamar a esos autobuses grandes, viejos y medio destartalados que van sonando por todo el estado. Suelen ir llenos, con la música a todo volumen, echando humo y esquivando huecos como si nada. Son incómodos, pero también parte del paisaje diario, y al final uno les agarra cariño.
"Hermano, me vine en el perolón de Rubio y casi quedo sin columna, el chofer iba volando por esos huecos como si estuviera probando un carro de rally"