Se usa para decir que alguien está hiperactivo, acelerado o nervioso a más no poder, como si se hubiera tomado diez cafés seguidos y no pudiera quedarse quieto. Es muy de cuando el cuerpo y la mente están a mil, sin freno ni pausa. Y hay que admitir que la imagen mental de alguien pegado al techo es buenísima.
"Hermano, desde que se tomó ese guarapo con café y azúcar, el tipo anda pegado al techo, caminando de un lado a otro y hablando más rápido que mototaxista apurado en plena autopista de La Guaira"