Se usa para hablar de ese cerro infinito de ropa sucia o limpia pero tirada por todos lados, que ya parece parte del decorado de la casa. Es cuando el placard perdió la batalla y la silla, la cama o el piso se transforman en cordillera textil. Y sí, da una pereza tremenda encarar esa expedición.
"Che, tu pieza parece Comodoro después de un temporal, tenés una montaña de ropa que tapa hasta el perro, ¿cuándo la vas a ordenar, loco?"