En Risaralda se usa para hablar del típico mensajero en moto que vive pendiente del chisme, siempre bien pintoso, con pinta de bacano y más pendiente de lucirse que de trabajar. Es el que se sabe todos los cuentos del barrio y los reparte a domicilio. Y hay que admitir que a veces es más rápido que las noticias oficiales.
"Parce, vea al mensajero de bacano pasando otra vez, ese man sabe con quién anda todo el mundo y chismosea más que las vecinas de la cuadra."