En la jerga cusqueña se usa para hablar de la plata, del dinerito que siempre falta y nunca sobra. Tiene un tono medio cariñoso y medio sufrido, como cuando miras tu billetera y solo encuentras boletos viejos. Es de esas palabras que salen cuando el bolsillo llora, pero igual te lo tomas con humor.
"Oye causita, préstame un poco de llujchay para el almuerzo, que estoy más seco que cancha sin chicha en fiesta patronal."