En Navarra, la lizoa es esa pereza suave que te entra, sobre todo en otoño, cuando el cuerpo pide sofá, manta y cero planes. No es vaguería extrema, es más bien un modo ahorro de energía muy rico. Es ese momento en que piensas que podrías hacer cosas, pero sinceramente, mejor no. Y hay que admitir que tiene su encanto.

"Tía, hoy llevo una lizoa que ni te imaginas, he visto la lluvia por la ventana y he decidido fusionarme con el sofá como si fuera decoración fija."

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