Se usa cuando alguien toma decisiones al azar, sin pensarlo mucho, como cuando uno escoge algo al tin marín de do pingüé. Es esa actitud de dejar que la suerte decida, casi como lavarse las manos y decir que sea lo que Dios quiera, aunque luego uno se haga el sorprendido con el resultado.
"No sabía si escribirle a la ex o acostarse a dormir, así que decidió jugarle al tin marín con el celular en la mano y terminó mandándole un mensaje larguísimo a las tres de la mañana."