Se usa cuando alguien acomoda el recuerdo para que le cierre mejor, como si su memoria fuera amiga que le hace el favor. Cambia detalles, olvida lo que no le conviene y de repente todo lo que pasó lo deja bien parado. Es una forma medio irónica de decir que está recordando con mucha viveza y poca honestidad.
"Cuando le pregunté por la guita del asado, me hizo una gauchada a la memoria y se acordó que ya me había pagado, justo justo cuando yo no encontraba el recibo."