Se usa cuando hace un frío tremendo, de esos que te dejan las manos duras y la nariz roja, como si vivieras en la Antártida y no en Córdoba. Es una forma exagerada y graciosa de quejarse del clima, porque si hay pingüinos imaginarios caminando por la calle, es que el invierno vino con toda. Y hay que admitir que la imagen es buenísima.
"Che, me levanté para ir a laburar y hace un frío de pingüino, ni con tres camperas y dos mates seguidos se me descongelan los dedos."