Se usa para hablar de turistas extranjeros, sobre todo europeos blanquitos que se queman al sol, van con sandalias y calcetines y cara de estar más perdidos que un pulpo en un garaje. A veces suena cariñoso y otras un poco burletero, depende del tono y del cabreo del día, pero la palabra ya es un clásico del verano.
"Tú mira al guiri ese en chanclas, calcetines blancos y mochila gigante, que va siguiendo el paraguas del guía como si fuera la estrella de Belén."