Apodo medio cariñoso medio vacilón para el colega que se pasa media vida en la bodega, siempre catando vinos, picando algo y echando la charla. Suele ir acompañado de unos kilitos de más, fruto de tanto chorizo, queso y crianza. Es de esas etiquetas que solo se aceptan entre amigos, si no puede sentar como un tiro.
"Mira al gordito de bodega, que dijo que venía a una cata rápida y ya lleva tres horas entre pinchos, risas y copazos de crianza como si no hubiera mañana."