Se usa cuando alguien pone una cara bien larga, de fastidio, desconfianza o pura incredulidad. Es esa mueca toda rara que haces cuando algo no te cuadra, como cara de pato medio ofendido. En Cundinamarca suena muy de barrio, muy de familia que ya se conoce todos los cuentos. Y hay que admitir que la expresión tiene su gracia.
"Cada vez que mi primo sale con el cuento de que ahora sí va a dejar el trago, todos en la casa estiramos la jeta y le decimos que ni porque venga el papa le creemos esa vaina."