Se usa para decir que alguien está vuelto nada por la resaca, con el cuerpo molido y la cabeza estallando, como si lo hubiera pasado un camión por encima. Es ese estado en el que uno se arrepiente de hasta el último trago y promete que no vuelve a beber, aunque todos sabemos que es pura carreta.
"Parce, ayer nos bajamos media botella de guaro y hoy estoy todo traqueado, ni para ir a la tienda por una gaseosa me dan las fuerzas."