Se dice cuando alguien está reventado, sin fuerzas ni ganas, como si le hubieran quitado el aire y las pilas a la vez. Vale tanto para cansancio físico como para estar anímicamente bajonero. Es ese punto en el que te sientas y piensas que ni por un cocido montañés te levantas del sofá, aunque igual exageras un poco.
"Tía, entre curro, recados y el chirimiri todo el día, estoy sin fuelles, ni de coña me subo hoy hasta la tierruca a echar unos vinos."