Se usa para decir que alguien es muy terco y cabezón, que insiste una y otra vez hasta que consigue lo que quiere, como un martillo dando golpes sin parar. Puede sonar a piropo o a bronca cariñosa, según el tono. Es muy de pueblo, de abuelos y vecinas que lo han visto todo y no se sorprenden ya de nada.
"Toni, llevas tres meses detrás de la misma idea, no aflojas nunca, estás fet un martell, al final lo sacarás aunque revientes al jefe."