Se usa en Colima para decir que alguien está bien atorado en un problema, metido en un lío pegajoso del que no se puede zafar fácil. Como cuando pisas un chicle derretido en la banqueta bajo el solazo y ya valió. Es estar incómodo, atrapado y sin saber bien cómo salir del apuro.

"Me puse a hablar mal del profe y no vi que estaba atrás de mí, ahora sí estoy en el chicle con todo el salón viendo mi cara de menso."

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