Se usa para decir que alguien está reventado, blandito y sin ganas de moverse, como un colchón inflable medio deshinchado tirado por ahí. Es ese estado en el que el cuerpo pide sofá, manta y cero responsabilidades. Vamos, que estás tan hecho polvo que ni para cambiar de postura te quedan fuerzas, y casi da risa verte.
"Tía, después de la ruta de pinchos por Logroño y las copas, estoy como un colchón inflable en el salón, ni me hables de salir otra vez esta noche"