En la Costa Caribe, elevar la papaya es como emocionarse tanto que uno se agranda todo, se confía de más y termina quedando en ridículo o perdiendo la vuelta. Es cuando te crees el más bacano del paseo y al final nada que ver. Y hay que admitir que la expresión suena sabrosa aunque duela cuando te la aplican.
"Hermano, yo pensé que la pelada estaba tragada y elevé la papaya todo creído, y al final se fue con el man del picó que ni me miró la cara."