Se usa cuando alguien se lanza un discurso larguísimo, bien dramático o bien sabihondo, como si fuera poeta de plaza o gurú de WhatsApp. Puede ser para dar consejos que nadie pidió, para regañar con estilo o para echarse flores. A veces hace gracia, a veces cansa, pero siempre viene cargado de palabreo intenso.
"Apaga el televisor que ahí viene la tía Mariela a echarse una inspiración sobre cómo ella crió a siete muchachos sin internet ni aire acondicionado"