En Bolívar y la costa venezolana, echarse una cola es tirarse una siesta corta para recargar pilas, casi siempre por el calorón sabroso que pega a mediodía. No tiene nada que ver con hacer fila ni con trenes ni nada raro, es puro descanso tropical. Y la verdad, con ese bochorno, provoca echarse una cola diario.
"Hermano, después de ese sancocho con yuca me voy a echar una cola en la hamaca, porque con este calorón ni el perro quiere moverse del piso frío."