En Cundinamarca se usa para hablar de darse una mano entre panas, como cuando alguien te ayuda a salir de un lío o a cargar algo pesado. Es pedir apoyo con confianza, muy de parche, con ese sabor cundiboyacense que suena a barrio, a tienda de la esquina y a chisme después del almuerzo.
"Oiga, vecino, écheme un cabo con este sofá que toca subirlo al tercer piso y yo ya estoy fundido, ni el tinto me levantó."