Se usa cuando alguien mira a otra persona con cara de enamorado, con coqueteo descarado y ganas de levantarla. Es como lanzar miraditas dulces, pícaras y medio maliciosas para dejar claro que te gusta. No es serio formal, es más bien juego, ligue y calentura ligera, y la verdad es que tiene su encanto.
"Desde que vi a Juan en la fiesta no he parado de echarle ojitos, el pana se mueve tan sabroso que casi me lanzo a pedirle matrimonio ahí mismo"