Se dice cuando alguien cena a lo bestia, sin medida y con más ansia que hambre, como si no hubiera comido en tres días. No es solo cantidad, también es ir un poco bruto con la comida, sin mucha finura. Suena a bronca cariñosa, de esas que te suelta la familia mientras se ríe.
"Tú que ibas a picar algo ligero y al final has cenado como un ceporro, entre migas, ternasco y postre doble, ahora no te quejes si revientes en el sofá."