En Santander se usa para hablar de alguien ya mayorcito, de esos que acumulan años y batallitas pero siguen tirando millas. Es una forma medio cariñosa medio burlona de decir que está entrado en años, que los huesos crujen y las rodillas protestan, aunque la persona todavía se defienda con bastante dignidad. Y hay que admitir que la expresión tiene su gracia.
"Mira al abuelo, viene como carro de leche subiendo la cuesta, resoplando pero sin parar, y aún deja tirados a los chavales esos que solo saben quejarse."