Significa hablar un montón sin decir nada claro, enredarse con palabras bonitas y discursos larguísimos que al final no aclaran ni la hora. Viene del estilo de Cantinflas, que soltaba unos monólogos épicos y vacíos pero graciosísimos. Es como tener un superpoder para marear la perdiz, a veces útil y a veces desesperante.
"Hermano, el político ese se pasó una hora cantinfleando en la tele y al final nadie entendió si iba a subir los sueldos o a subirnos la presión arterial."