Expresión orientalísima para cuando algo te tumba el ánimo de un solo golpe, como si te cayera un martillazo en plena ilusión. Se usa cuando una noticia o situación te deja frío, desinflado y con cara de pocos amigos. Es decepción dura, de esa que provoca ganas de soltar un par de groserías, pero igual uno se ríe para no llorar.
"Hermano, me arreglé, pedí prestado pa' la entrada y al final cancelaron la rumba por falta de luz, qué caña'martillo, me quedé emperifollao viendo novelas con mi mamá."