Se usa para decir que alguien se anima a hacer algo arriesgado o improvisado, sin pensarlo mucho, como quien se lanza de golpe al agua fría del río. Es esa mezcla de valentía y locura bonita que a veces sale bien y otras acaba en anécdota épica que se cuenta años después con mucha risa.

"Yo no conocía a nadie en la fiesta patronal, pero me arrojé un chapuzón y terminé cantando huaynos con la banda del barrio hasta que salió el sol."

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