En Nueva Esparta decir que alguien está arrancado es afirmar que no tiene ni medio, que anda sin una locha y con la billetera llorando. Es el clásico estado de quiebra cotidiana, cuando toca estirar el sueldo, fiarse en la bodega y rezar para que caiga un pago extra. Y hay que admitir que la palabra suena tan dura como la realidad.
"Hermano, este fin de semana ni sueñes con playa ni parrilla, estoy más arrancado que lancha sin gasolina en plena temporada"
Dícese del estado financiero de un individuo cuando el bolsillo está más seco que un coco vacío, sin un chele ni pa’l café.
"Compadre, este mes me quedé arrancado, apenas tengo para la guagua."